Jóvenes criminales en USA.

La situación de los jóvenes estadounidenses que disparan en lugares donde normalmente se reúnen grupos de personas es preocupante; este patrón se ha repetido durante varios años y está ocurriendo con una frecuencia cada vez mayor. Es común ver noticias de un joven que ingresa a una escuela, una universidad, un cine o cualquier otro lugar para disparar, cometiendo homicidios y dejando sobrevivientes heridos físicamente así como indudablemente afectados psicológicamente.

Este fenómeno que ha cobrado fuerza en los últimos años tiene características particulares que permiten establecer un perfil de delincuentes que se dedican a provocar el caos social con sus disparos. Si revisamos cada caso que ha ocurrido en la última década, vemos que el delincuente es generalmente del sexo masculino, casi siempre menor de 30 años y en los casos más actuales es menor de 20 años e incluso adolescente, la raza no ha sido un factor directamente influyente porque existe una diversidad genotípica y fenotípica comprobada que no constituye un prototipo específico relevante desde el punto de vista racial.

El entorno que rodea a los jóvenes delincuentes sí presenta una evidente coincidencia en la mayoría de los casos, cuando las autoridades estadounidenses investigan el núcleo familiar de cada delincuente encuentran marcados rasgos de disfuncionalidad: padres ausentes o padres adictos a las drogas, carencias afectivas y una carga emocional que moldea el comportamiento de los chicos que atacan a personas inocentes que en la mayoría de los casos ni siquiera conocen.

No se trata de delitos contra anteriores agresores, no existe una venganza personal específica en respuesta a un ataque anterior, no existe un ajuste de cuentas persona contra persona, lo que significa que la conducta homicida de los jóvenes delincuentes no es directamente provocada por quienes terminan convirtiéndose en sus víctimas. En los casos estudiados observamos que existe un plan para descargar cualquier frustración, dolor o resentimiento interno con el uso de armas de fuego contra personas generalmente desconocidas para los jóvenes delincuentes.

Hay un autor llamado Dominique Esquirol que en su obra habla de la degeneración moral, refiriéndose a la “monomanía instintiva” como un trastorno que afecta el carácter, el comportamiento y la adaptabilidad al medio, afirmando que esto no debilita la inteligencia pero sí afecta la voluntad del infractor. Autores como Tomás Abercombry, Prichard y Morel también dedicaron sus trabajos a la relación que existe entre la degeneración y la criminalidad con la influencia directa del entorno en el que se desarrolla la persona con conducta desviada.

En el fenómeno de los jóvenes delincuentes se advierte la presencia de estigmas psicológicos tales como insensibilidad moral, falta de afectividad, impulsividad, entre otros, que son revelados por las investigaciones que se han realizado sobre estas mentes criminales. Prichard habló de “locura moral”, concepto que luego utilizó Lombroso y que ayuda a aclarar algunas dudas que surgen sobre este tema, el loco moral que describe Lombroso no es un demente, pero sí presenta una deformación ética que le hace falta piedad, benevolencia, respeto, modestia y sentido moral.

Los factores sociales de los que habló Enrico Ferri en sus estudios de sociología criminal también ayudan a comprender mejor este tema, este autor mencionó el hábitat o barrio, el grupo familiar, el sistema educativo, entre otros como factores ambientales que componen el factor sociológico.

Si para Garófalo el asesino “es aquel que viola el sentimiento de piedad” , para Alexander Lacassagne “la sociedad es el caldo de cultivo del crimen” , para Emile Durkheim “el crimen se debe a la falta de integración social” , para Gabriel Tarde “el crimen es un fenómeno aprendido” y para Edwin H. Sutherland “el crimen es un comportamiento aprendido a través de un proceso interactivo con otras personas”, entonces: ¿Hay un aumento de la juventud despiadada en los Estados Unidos de Norteamérica? ¿Es la sociedad americana el caldo de cultivo de estos crímenes? ¿Hay una falta de integración de los jóvenes estadounidenses con su entorno social? ¿Son estos ataques un fenómeno aprendido? ¿Los jóvenes estadounidenses interactúan con otras personas que cometen delitos? Son preguntas que respondidas a través de un estudio profundo, pueden ayudar a comprender mejor esta tendencia delictiva, promover la implementación de medidas idóneas para evitarla o en el más factible de los casos disminuirla y así reducir significativamente este alarmante fenómeno.

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